Manifestamos:
Nos conduce el hálito de la mano que se crispa al aferrar un sueño. No encontramos, buscamos. Creemos y no vemos. Cierta esqui
na nos torció el amor, y si antes éramos extraños, ahora somos apenas una vaga discrepancia. Para alcanzar nuestro destino tomamos el autobús, el metro, o la cicuta. Si dividimos nuestra vida en infinitos puntos, cor
remos el riesgo de ser diseminados por el viento. Prueba fehaciente de nuestra demencia es que a pesar de reconocernos plenamente en poemas ajenos, todavía intentamos decir algo. Cuando nos besan, damos la otra mejilla. Somos el umbral más no el mendigo. Sabemos que
la lengua cumple dos funciones y ninguna de ellas es hablar. Nacimos en abril, en el lugar, el tiempo y con el sexo equivocados. De niños, los animales nos torturaban. Leemos las lineas de la mano, esto es, la escritura. Nos enamoramos irreparablemente de quien no nos ama. Somos el rostro en la moneda, un teléfono quieto, un vaso moribundo. Nuestra causa es el efecto. Olvidamos las letras de las canciones pero nunca al amigo que nos rescató de la madrugada. Nuestra poesía vive en las cárceles, en los hospitales. Nosotros no. Nosotros vivimos bajos las uñas de la luna, detrás de los ojos de los pájaros, entre la lluvia. Cometemos humanidades porque somos errores.
1999